A ti, en ti, por ti.
Infaliblemente te evoco, serena, sosegada,
tranquila, así como el mar en las mañanas
o el límpido cielo que no perturba el viento
Amor de mis amores, perene es mi recuerdo.
En cada latido de mi corazón tuyo te nombra
eres para mí la luz, semejante a mi sombra
marcas todos mis pasos; la luna te recuesta,
seguro no lo sabías, de primero en mi cama.
La luminosidad solar te hace andar por la casa
y la brisa logra al mover las flores del jardín
que tu aroma se esparza, y siento, te lo juro,
que en ese espacio sublime, tu me abrazas.
Hugo A. Torregroza A.
EL DOLIENTE
Pasarán estos días como pasan
todos los días malos de la vida
Amainarán los vientos que te arrasan
Se estancará la sangre de tu herida
El alma errante volverá a su nido
Lo que ayer se perdió será encontrado
El sol será sin mancha concebido
y saldrá nuevamente en tu costado
Y dirás frente al mar: ¿Cómo he podido
anegado sin brújula y perdido
llegar a puerto con las velas rotas?
Y una voz te dirá: ¿Que no lo sabes?
El mismo viento que rompió tus naves
es el que hace volar a las gaviotas.
Óscar Hahn
ESCRITO CON TIZA
Uno le dice a Cero que la nada existe
Cero replica que Uno tampoco existe
porque el amor nos da la misma naturaleza
Cero más Uno somos Dos le dice
y se van por el pizarrón tomados de la mano
Dos se besan debajo de los pupitres
Dos son Uno cerca del borrador agazapado
y Uno es Cero mi vida.
Detrás de todo gran amor la nada acecha
ÓSCAR HAHN
Causa y efecto
Inesperado ciclón fue tu palabra: adiós
rompió mis alas de cristal y no te culpo
¿Por qué? Preguntaras y yo te contesto
¿Por qué queman las arenas del desierto
las frágiles plantas del andante impío?
No tienes yerro amor, el yerro es mío
y te pido perdón por todos mis desvíos
que vienen siendo las causas y el efecto.
En el trance tú representas al desierto
y lastimosamente yo al vehemente sol
nuestro amor simboliza los frágiles pies
y no se si tu como yo al tristes peregrino.
Hugo A, Torregroza A.
Causal de divorcio
Donde un párroco piadoso
Acudió un hombre casado,
Anhelante y angustioso
Con ademán desesperado.
Pidiéndole sin reposo
Que para evitar un velorio
Le anulara el matrimonio
Que había contraído hacia poco.
El cura un tanto asombrado
Le dijo: hombre no fregués,
Si meses sólo hacen tres
Que tú llevas de casado.
¿Es que acaso tu mujer
no es amable y cariñosa?
¿Diligente y hacendosa?
¿O es que ya te ha sido infiel?
Nada de eso señor cura;
Ella me quiere y yo la adoro
Y en cuestiones de decoro
Es la más tierna y más pura.
¡Entonces que es la locura!
Deja ya esos disparates,
Mujeres de esos quilates
Son raras a estas alturas.
Señor cura las causales
O la causa es una sola
Es más lenta que una cola
En los seguros sociales.
Joaquín Pizarro Vidal
Prolijo poeta, juglar empedernido; que elaboró desde su corazón amoroso y sencillo, una serie de sones con impecable ritmo.